La gran mayoría de la veces dar un paso a
delante exige un par de pasos hacia atrás. La verdad lejos de la falsedad, no
existe; la falsedad lejos de la verdad, tiene un velo de verdad. El misterio de
un precepto verdadero no deja de ser una hipocresía simulada. El sentido de La
Verdad, y La Libertad, de la VIRTUS UTEM es que existe una primera verdad de su
sentido exacto y auténticamente verdadero; después el E.S.T.E., la Conciencia
poseedora de un Libre Albedrío de La Verdad, no crea palabras exactas de
verdadero significado y poder. Nada es más importante que el hecho de que todas las esferas del
conocimiento estén alineadas, eso crea S.A.P.I.E.N.T.I.A., la mente divina,
mucho más que G.N.O.S.I.S., que sabiduría, VIRTUS UTEM, honestidad, moral,
mucho más que faltas ortográficas al escribir en El Libro Blanco de la
Masonería. La Verdad y La Libertad sobreviven al paso del tiempo como partes
esenciales del pensamiento científico, y aquello que sirve como pegamento
verdadero a la existencia del Ente Hombre. Las maravillas de las obras del
U.N.O., del Dios Constructor del Universo que está en nuestra mente divina se
perfeccionan, se retocan suavemente, se pulen con el discernimiento y la
intuición precisa. Se corrigen a través de la relevancia polar de lo que está
abajo-arriba, y su antagónica viceversa ancestral. Es el espejo de la virtud
clave máxima del afinamiento de la integridad, y La Justicia. O una forma más
alambicada de decir que aquello que ocurre a nivel de la realidad aparente de
cada día como manifestación física, emocional, de La Mente, El Pensamiento, y
La Memoria, también existe como sello de la inmortalidad que trasciende lo presuntamente trascendente de nuestra humanidad en La Realidad Radical. Pues El Universo del
Arquitecto es desde El Macrouniverso que soñamos, y “exploramos, digamos... científicamente”, hasta El Microuniverso que habitamos incomprensible y
recónditamente dentro de cada uno de nosotros. Lo que nos permite entender lo
uno y lo otro, aquello que nos lleva a desconocer la infinitud de lo muy
grande, y lo ínfimamente ignorado de lo más diminuto. La esencia alquímica de
que la tierra que pisamos es el espejo donde se refleja el cielo sin límite que
no contemplamos. Porque el cielo no es "frontera", y tantas veces lo ponemos como
tal. Cuando únicamente existe La Verdad que la mentira esconde, y La Verdad que
el embuste simula; no se pueden desvelar los secretos a aquellos que no estén
dispuestos a sacrificar su bien más preciado de todos.
Si alguien os dice a menudo que la fe es la
perfección de mundo, desconfiad de ese elemento pinturero; la oscurantista fe, ese
excremento llamado superstición por unos, religión por los ignorantes ateos del
ateismo por el ateismo mismo, e ideología por la erudición pagana de vía
estrecha sólo es cháchara inmunda. No importa si para uno, cien o un millón de
inteligentes amebas sociales, las corrientes del océano intelectual del poder
temporal sobre La Tierra son fuertes, ese poder casi telúrico de La Santa
Iglesia Católica y El Islam, por ejemplo. Los hombres independientes creen en
lo burdo de lo sutil, Los Hombres Libres creemos en lo sutil de lo burdo… y
ahí, en ese villano mercado lugar-estado radica la diferencia, simplificando, de todo éste
meollo de Verdad-Falsedad del hombre. Del ser hombre. Alguien os contó alguna
vez que ser sabio consistía en ser prudente y modesto. ¡Pues no!. Maldecid las
reglas y métodos picados de la fe y la política. Ser Entes Hombres del
Conocimiento consiste en ser osados, humildes no modestos, virtuosos… jamás
creyentes por fervorosos practicantes de ninguna esperanza o convicción de
sentido místico, filosófico o científico. Morimos y miran al cielo, es
“universalmente” estúpido… la gloria y la oscuridad, la luz y el poder del
mundo entero está en todos nuestros sentidos grabada a fuego. La ironía es que
somos ciegos de nacimiento, y queremos ver, y aun mucho peor… creemos ver. Creemos
que somos una fortaleza, cuando somos gigantes con pies de barro. Nos
desvanecemos sin dejar rastro en ésta ilusión… y pretendemos trascender dominando
los prodigios y admirables efectos de ilusión óptica de la Ciencia y el Arte. Y
así ganar la gloria y la inmortalidad breve de ser algo sutil en lo burdo de la
humanidad del hombre. Y sí, el hombre es la medida de todas las cosas, incluido
el propio hombre. ¿Pero, de qué hombre hablamos?. Del hombre que nos gobierna,
el hombre creador, el hombre que mata al hombre… o tal vez el hombre que nos
pide… no, pide no… exige… exige que creamos en “Dios”. Tal vez necesitamos ser
ese Hombre Perfecto: Tres partes de Conocimiento, una de S.A.P.I.E.N.T.I.A. y
no ser hombres independientes con una parte de carga social, dos de virtudes
deshonestas y otra de fuerte ideologización sistémica. Un paso hacia delante es
creer en aquello que somos, no en aquello que percibimos poder ser. Los que busquen la maldita “positividad humanista”, simple/mente, (en dos palabras) no encontrarán verdad en ello, sólo un breve
“paraíso artificial” de momentos que se desvanecen en el silencio. Lo burdo de
lo sutil.